Las personas son como los Pokémon de la Zona Safari: a algunas hay que cortejarlas, a otras hay que picarlas y hacerse el duro con ellas, y otras están a punto de pokéball sin más. Cualquiera sabe esto, pero como sé que muchos de los que leéis esto sois un poco inadaptaditos, os voy a explicar mínimamente como funciona antes de que salgáis a tirar trozos de comida y piedras a las mujeres.


Antes de seguir y teniendo en cuenta que muchos os imprimiréis este artículo sin ni siquiera leerlo y os dirigiréis a vuestro club de ocio nocturno más cercano, tenéis que saber que hay cosas que hay que hacer antes de salir de casa:

· Investigad lo que se entiende por atractivo en el antro donde vas. Para los que vayan a decir que «lo importante es el interior», les recomiendo una guarnición de patata asada para tragarse semejante mentira, y si bien el atractivo es compensable con carisma, si tuviérais carisma no os haría falta esta guía. Si no tenéis un sentido de la estética, no hagáis experimentos, es mejor no llamar la atención que que las cool hunters de 16 años oriundas de estos lugares os señalen y se rían de vosotros. Por cierto, ir sin duchar no es una opción.
· Preparaos para oír la música del lugar. Si habéis escuchado anteriormente las canciones que pondrán en la sala (muy predecibles el 90% de las ocasiones), sentiréis una especie de alegría cuando pongan alguna canción que os sepáis, y no hay nada mejor para ligar que pasárselo bien, o que la gente crea que lo estás pasando bien.
Una vez ya en el sitio en cuestión, no os olvidéis de fingir que sois normales: bailad más o menos efusivamente (si vais a estar de pie sin hacer nada, mejor sentaos) y tened un cubata en la mano: con lo que cuestan es, a los ojos de la gente, como llevar un cetro de ámbar con un mosquito: demuestra que tenéis pasta de sobra. Tras dar más vueltas que Crash Bandicoot, localizaréis a un objetivo tarde o temprano. A partir de aquí todo depende de vosotros, pero por lo que he podido observar en mis noches de erudito con pluma y pergamino, estas maneras son muy frecuentes:


· Buscar contacto visual y una vez ejercido varias veces, ir y decirle algo. Esta es la manera de los auténticos románticos (más bien la de la gente precavida) y es bastante segura: siempre estás a tiempo de hacer una retirada, un arte que tendréis que dominar para evitar posibles cobras. Lo que hay que tener en cuenta es que la tía no te esté mirando porque sepa que tú la estás mirando y quiera comprobar que es todo una pesadilla, que ese psicótico no la está mirando; y que hay que saber lo que vas a decir de antemano para no parecer ni Rafa Mora ni Steve Urkel.
· Ir a fumar. Es una solución que muchos toman cuando son demasiado vergonzosos para entrar a alguien per se. Consiste en ir a la zona habilitada para fumar y pedir fuego, o cigarrillos, a quien nos interese. Yo personalmente no fumo así que siempre que me han pedido he dicho que no, y no sé lo que va después.
· Establecer contacto físico. Un método para los más atrevidos (o asquerosos) de la casa. Cabe destacar la gran distancia que separa el hacer la manita (dejar la mano muerta para rozar voluntariamente el dorso de la mano del objetivo) del perreo puro y duro, coger a las chicas de la cintura por detrás, etc. Cuidado si salís siempre por el mismo lugar, podéis acabar siendo considerados la gente a evitar del local.
· Entrar a matar. Tan simple como eso, arrimarse a alguien y meterle boca. Si creéis que esto no funciona estáis equivocados: simplemente no funciona siempre, pero la estadística está de nuestro favor: si se lo hacemos a 10 personas en una noche, ¿qué posibilidades tenemos de que todas ellas nos rechacen?
Y eso. Otro método bastante frecuente para ligar es el de drogarse, probablemente al rato os estaréis liando con alguien sin saber ni cómo habéis llegado a ello. Secretos de la divinidad, imagino. ¡Un abrazo amigous!


Cuando uno vive con su mami en un precioso piso en Alginet, se puede decir que lo tiene todo: la vida le sonríe. La nevera se llena, el suelo está limpio y no es necesario conocer el funcionamiento de ningún electrodoméstico, salvo quizás el horno para hacer pizzas. Sin embargo, y como muchos de vosotros ya sabréis, he sido arrancado de mi lecho valenciano, y con ello de mis estándares de vida anteriores, caracterizados por la limpieza y la buena nutrición (tampoco, pero si viérais esto fliparíais). No sé ni como clasificar los detalles de mi nuevo estilo de vida, porque incluso mi cerebro se ha vuelto un tanto white trash. Lo intentaré:

· Mi casa: Se encuentra en un área completamente residencial, del palo La Cañada o los típicos barrios americanos de casas y jardines, sólo que en versión preciosa. Sin embargo, no es precisamente una casa, sino una fábrica rehabilitada ubicada en el polígono industrial. Mi casero es un hombre de entre 80 y 200 años con una pared llena de relojes de cuco que huele un poco raro y está todo el día borracho. En la escalera de entrada a la casa hay águilas disecadas, pieles de buey, un puzzle enmarcado de Luís I de Baviera y demás utensilios para hacer la llegada más agradable. Hace dos semanas adopté a un italiano que no tenía sitio donde caerse muerto, pero al final ha tenido suerte y ha encontrado un cobertizo por 400 euros al mes.
· La higiene: En Alemania, la basura se separa mazo, y espero que reciclen todo a saco, porque de lo contrario lo único que consiguen es que tenga siete putas bolsas de basura en mi casa, ninguna llena para poder tirarla. El otro día saqué la orgánica y salieron como 90 moscas y un fuerte hedor a vino rancio (no había vino en la basura). Tenían como un nido al fondo del cubo, que exterminé con quitamanchas. Para colmo, mi casero no tiene cubo para la basura orgánica, así que de noche voy y la tiro en el cubo del vecino. En otro orden de cosas, toda mi ropa de cama tenía unos lamparones que ríase usted de las caras de Bélmez, y tras lavarla creo que sigue teniendo algún parásito, porque he contado unas 22 picaduras de algo sólo en mis brazos.
· La comida: Cualquier idea preestablecida que podáis tener antes de iros de Erasmus sobre lo que comeréis fuera, cualquier atisbo de posible receta...borradla de vuestra mente. Ya. En Alemania, por ejemplo, es imposible conseguir frutas o verduras que tengan sabor o estén jugosas. Mi dieta, pues, se basa en sopas de sobre, huevos, tortillas, nuggets, manzanas y sándwiches de nocilla. Estoy incluso dejando la cocacola, sólo para ahorrar.
Y es que el dinero aqui se quema rápido, sobre todo cuando sales 7 días a la semana (sólo lo hice la primera semana, pero dios mío, vaya golpe económico), y acabas colándote en el metro y bajándote cuando suben revisores. Lo mejor de vivir así? Ahora sí me siento identificado con las canciones de nofx. enfin, me voy a hacerme una sopa de sobre. un abracito.


Si me pusiera a contar todo el dinero que me he gastado en entradas de conciertos de 5€, quizás con éste podría haberme comprado una Playstation 3. Y gracias a Dios, elegí la opción correcta: fui a todos esos conciertos, donde aprendí cosas de la vida, la muerte y el punk rock que ni siquiera Beakman pudo enseñarme. Cosas totalmente inútiles fuera de un concierto, como por ejemplo, cómo ser el más guay. Lo jodido es que a medida creces, tu perspectiva de ser guay cambia radicalmente y a cada etapa que pasas te arrepientes más de haber estado siquiera en la anterior y eres más nazi. Por eso os voy ahorrar el avergonzaros de vosotros mismos, simplemente tenéis que no seguir esta timeline:
· El nuevo. A los conciertos de 5€ siempre va la misma gente. Siempre. Conocidos y amigos de conocidos. Te darás cuenta cuando vayas a un concierto solo y veas que eres el único, porque todos los demás se conocen y llegan y se van juntos (incluyendo al grupo que toca). Estás increíblemente fascinado ante lo guay que es toda esta gente y cuantísimo te gustaría ser su amigo, pero rápidamente te das cuenta de que es imposible porque no llevas la indumentaria apropiada y para ellos ni siquiera existes. Obviamente si eres tía esto no se aplica porque se van a rifar tu coño. Esta última frase podría estar en todas mis entradas por cierto.
· El niño que se pega. Una vez hayas quitado la nieve del porche y cortado el césped de la señora McCallister, ya te habrás agenciado ropa parecida a la de la gente que viste en el concierto. Me gustaría recalcar el parecida, porque en realidad no tienes ni puta idea de estilo y crees que con ir de negro ya basta para ser guay. Pero no. No obstante, nada te detiene, has olido algo del mundillo y eso te lo tendrán que arrebatar de tus frías y muertas manos. Ahora, cuando vas a los conciertos, tu camiseta de Green Day funciona como armadura contra tu vergüenza inicial y contra los codazos y chorritones de sudor que suelten otros nenes como tú. Cuando ves un nuevo, te enorgulleces de haber abandonado su estamento.
· El guay de la primera fila. Tras meses (quizás años) de codazos y flato, el espíritu santo se te ha aparecido y te ha hecho comprender lo ridículos que suelen ser los pogos o moshes (lo mismo, sólo que en estos últimos la gente canaliza toda su rabia y tristeza interior en pegar puñetazos al aire y ocasionalmente, a alguien que pasa por ahí). Tú ya no haces eso, no. Eso lo hacen los niños que se pegan, esos tan molestos ante los que no dudas en mirar con mala cara y chasquear la lengua desde la primera fila cuando se tropiecen contigo. Tú no estás por eso. Tú estás ahí para escuchar la música. O eso dices, aunque de esto último no tengas ni puta idea.
· El flipao pedante. Has ido a decenas, si no cientos, de conciertos. Puedes recordar la primera vez que Avenues and Silhouettes tocaron en Valencia, y los debuts de muchos grupos que todavía no te explicas como pudieron llegar a comerse una mierda. Eras el nuevo. Ahora conoces a todo el mundo (excepto a los nuevos y los niños que se pegan). Pero tienes una serie de inconvenientes: odias a todo aquél que esté en un escalón inferior a ti y ahora que sabes (algo) de música, cruzarte de brazos en primera fila te da más ganas de vomitar que los codazos que te daban cuando te pegabas. No te queda más que quedarte en tu casa despotricando contra los grupos de 5€ en tu blog mientras escuchas los de otros países que nunca tocarán aquí y rechazando todas las invitaciones a conciertos que te lleguen. En definitiva, no se te ha pasado la tontería, sino que tu altanería ha vencido una vez más.
Me pregunto si hay después del último escalón que he escrito. Mientras tanto, un abrazo a todos, en especial a todos los amigos que conocí en conciertos y a los grupos que hicieron esto posible.


Dentro de unas horas (y un año más), los listones del 99% de las mujeres caerán en picado para alegría de hombres y de empresas de pañuelos que viven de los llantos de arrpentimiento. Este particular declive tiene una razón: un año más toca a su fin, al igual que la fidelidad de muchas parejas. Es Nochevieja.

Al sólo faltar 24 horas mientras escribo estas líneas, estoy seguro de que todos tendréis un plan, y los que no lo tenéis será porque o vais a estar vagando por las calles (mala idea), quedaros en casa (no tan mala idea) o porque la falta de fijación capilar os ha dejado sin amigos (os lo merecéis). Para los que tenemos un plan, lo normal es estar emocionados e ilusionados con que todo irá bien: ligaremos, el alcohol nos pegará bien, empezaremos el año con el mejor pie posible. No obstante, la verdad es que todas las fiestas de Nochevieja son la misma:

· Casa de un amigo: Al final habéis convencido a un amigo para celebrar una Nochevieja en su casa. Rompiendo la barrera de la pobreza, conseguís llegar a un MACH3 alcohólico: será la última (y quizás primera) vez del año que bebáis algo no-barato. Llamáis a un montón de amigachos y colegas (nótese la distinción, porque los colegas traerán a gente que no conocéis y acabaréis arrepintiéndoos de haberlos invitado, a no ser que traigan MUJERES), chicas menores de edad y os disponéis a hacer una increíble party hard: nadie hablara con nadie hasta que después de las campanadas empecéis a beber y todo el mundo sea simpático y nadie se dé cuenta de que en realidad en la casa no hay nada que hacer y todo es una trampa para comer bocas indiscriminadamente.

Acaba… con el amigo anfitrión arrepintiéndose de haberos invitado porque os iréis todos sin limpiar una mierda, y a cada paso se le peguen los pies al suelo. Por no hablar del vómito y lefa en la cama de sus padres.

· Discoteca: Tras ahorrar llorar a vuestros padres, os han dado los más de 40 euros que cuesta la entrada a cualquier discoteca en Nochevieja. La noche promete: DJs de nombre rimbombante, barra libre, la esperanza de encontrarse tías arregladas que por una noche no te mirarán con cara de asco… y sin embargo, nunca te paras a pensar en lo que acaba esto en realidad: que a las 2 de la mañana ya no quede alcohol, peña pegándose, tener que salvar a algún amigo del coma etílico y llevarlo a casa porque ni los taxis quieren hacerlo, liarte con una tía y que cuando te despistas se vaya al baño con otro tío, etc.

Acaba…con suerte, contigo cagándote en Dios por haberte gastado tanta pasta para no pillar y tener resaca. Sin ella, con un par de moratones en la cara y la pota de un amigo en la chaqueta de traje que pensabas devolver a Zara el día 3.

· Concierto/rave: Llevas siendo alternativo todo el año (o no), así que el último día no puede ser menos. Te cagas en discotecas y otros eventos que el status quo utiliza para esclavizar las mentes de la juventud más pánfila, y te diriges a tu festival o concierto más cercano. La buena música te hace moverte una vez más, y no hace falta que compres hielo para el calimocho porque con el frío que hace ya basta. Además las tías que hay por aquí son de tu rollo y eso debería facilitarte las cosas. Pero hay algo que quizás hayas olvidado de otros años: a los grupos que toquen los habrás visto otras mil veces, el calimocho es una bebida horrible para un día medianamente especial como Nochevieja y lo peor, lo que intentas que tu cerebro olvide día tras día: las tías de tu rollo son feas, y ya que todas tendrán el listón bajo podrías haberte ido a una discoteca a por las pijas. El año que viene será.

Acaba…contigo a las 2 de la tarde del día 1 de enero en un descampado mal llamado zona de acampada rodeado de punkis bebiendo calimocho con cristal, mientras esperas con mucho frío a que a alguien que conozcas se le pase la mierda para poder irte con él a casa.

En fin muchachotes y señoritas, eso es todo. Recordad que es un día en que todo el mundo quiere pasárselo bien, así que intentad evitar los malos rollos y no bebáis demasiado, si tenéis necesidad de emborracharos para ligar haceos los borrachos, vuestros amigos os lo agradecerán. Y si no creéis en Dios hacedlo por Òscar: no hagáis 12 chupitos en vez de 12 uvas: no queréis que lo primero que hagáis en 2011 sea potar.

Perdón si la entrada me ha quedado demasiado larga. Quizás este 2011 actualice más, si mi cerebro se anima un poquete. Un abrazo y feliz 2011 a todos.

</


Para no perder el ritmo y empezar definitivamente la segunda temporada de El efecto mariposcar (la cual va a tener más gracia que las últimas 3 de Cómo conocí a vuestra madre juntas), hoy vengo a contaros algo que creí que nunca confesaría. Mi psicólogo afirma que me sentiré mejor si os cuento... las veces que me he sentido sexualmente atacado en metrovalencia:

El abuelo picarón: Una vez, volviendo de fiesta a eso de las 5 de la mañana, iba sentado solo y medio dormido, practicando el hobbie de cualquier usuario de metro a quien se le han acabado las pilas del mp3: mirar a izquierda y derecha en intervalos de diez segundos. En uno de estos momentos, un hasta ese momento agradable abuelete que se encontraba a 3 bancos a mi izquierda me hizo gesto de que me acercara con la mano. Me giré instantáneamente hacia la derecha, fingiendo no haber visto nada. Pero la curiosidad mató al gato, y volví a mirar. El abuelo se encontraba un banco más cerca, repitiendo el gesto. Después de hacer esto dos veces más, acabó enfrente mía, lamiéndose los labios y mirándome con una lascivia que haría estremecerse a Torbe. Al final, se bajó en Torrent, pero mientras se levantaba me dijo: ¿te vienes? A lo cual dije: no. El cabrón todavía me respondió: tú te lo pierdes.

Tendría que haber bajado y atracarle.

La mujer barbuda: El otro día, mientras iba leyendo y escuchando música, una chica muy simpática (gorda) se me sentó al lado. Me empezó a rozar el muslo con la mano en un intento de disimulo que quedó en tragedia. Yo me di cuenta al instante, pero dejé mi vista fija en el libro, esperando a que parara. Entonces me tocó el brazo, a lo que ya me quité los cascos y me preguntó si me había dolido el tatuaje. Le dije que no porque es una respuesta mas defensiva que sí, y mientras me volvía a poner los cascos me rayó otra vez diciéndome que se quería tatuar. Entonces, antes de bajarse, me empezó a tocar el pelo y me llamó GUAPO. Yo, estupefacto, respondí: ¡¿qué?! a lo que me volvió a decir: ERES MUY GUAPO. Se bajó y hasta el momento, por fortuna, no sé nada de ella.

El buen entendedor: El año pasado, un día decidí ponerme una camisa a cuadros de todos los colores posibles, muy payaso micolor. Mientras iba en el metro de Facultats, un chico se me puso detrás de la espalda, prácticamente rozando cebolleta. Entonces, empecé a pensar que igual era gay y estaba restregándose a saco, pero me pareció una idea tan bizarra que la deseché y me reí. El chaval debió malentender esto, porque entonces apretó más su pubis contra mi culete. Para deshacer el entuerto, me fui a la otra punta del metro, y el chaval me siguió a seguir restregándose. Sí, también me puse de cara, y entonces ponía sus labios peligrosamente cerca de los míos.

La madurita interesante: También en el metro de Facultats, mientras miraba las caras de la gente contante y sonante del metro, vi a una madre. En el momento en que nuestras miradas se cruzaron, me lanzó un beso y me guiñó el ojo. Sin creerme la situación y abordado por la awkwardness, aparté la mirada. A los 15 segundos volví a mirar, y la mujer repitió el gesto. Gracias a Dios, acto seguido siguió repitiendo el gesto contra el suelo, y me di cuenta de que esa pobre mujer tenía un tic.

espero no tener que escribir más entradas como estas :(



Copyright dos mil trece, tu madre sobre mí se mece | El template lo hicieron unos tal GeckoandFly y luego lo trastocaron los de Blogcrowds.
Como te copies algo agárrate los machos, campeón. y lo diré en inglés: no part of the content or the blog may be reproduced without prior written permission.