He caído, ahora que casi me ha llegado el momento, en que hay algo a lo que todo post adolescente debe enfrentarse cuando empieza una relación con una nueva chicuela, un factor que determinará en una medida bastante alta el futuro de la susodicha relación, llegando a dejarnos sin follar, ver o incluso hablar con nuestras amadas. Éste factor (si todavía no lo has deducido por ti mismo es que no pillas ni a la de tres) son, obviamente, los padres de ella.

Sus padres dejan en segundo plano cualquier cualidad buena que puedas tener: da igual que dones dinero a la Cruz Roja, que estés estudiando y trabajando a la vez, o que te hayas pasado el Metal Slug sin usar continues: ellos (en especial, el padre) siempre te verán como el cabrón que quiere follarse a su hija, algo que intentarán evitar a todísima costa: no solo están dispuestos a obligarla a tener la puerta de su cuarto abierta cuando estás con ella o a apagarle el router a una hora propicia para que te enseñe las tetas: están dispuestos a sacrificar el amor de sus hijas para que sus pequeñas vaginas permanezcan intactas (incluso a veces sacrificarán las vaginas de sus hijas con tal de que tú no seas su usuario). Éstos son pues algunos consejos que seguir a la hora de conocer a los padres de ella:

· No les hables como a tus amigos. No lo son. Deberías interesarte por sus profesiones. Halágales, pero con precaución: hay una gran diferencia entre un yerno que no se interesa lo más mínimo por los más allegados de su novia y un lameculos que pretende salirse con la suya. Invéntate problemas que sólo alguien su profesión puedan resolver, wikipédiate. Un poco de investigación ayudará barbaridades.

· Intenta que no te vean desnudo. No hay más claro indicativo de que te quieres follar a su hija, que el estar desnudo en su cama. Procura no quitarte toda la ropa si sus padres están por casa y no hay pestillo en la puerta de la habitación (siempre puedes hacer braguetasexo). Por lo que yo he vivido, podrían pegarte patadas e incluso llamarte a casa amenazándote con una paliza si no tomas ciertas precauciones.

· Que te vean bien vestido. Polos y bermudas son muy socorridos. Péinate de alguna manera decente. Los piercings, tatuajes y zapatillas destrozadas que ganaron el corazón de tu novia apenas ganarán más que una arcada de sus padres, que estarán encantados de ponerte algún mote como “el tonto de las patillas”, “el niño vampiro”, “el marica” y otros muchos si les das la ocasión, además de creer que meterás a sus chiquillas en el terrible mundo de los porros (aunque ellas se hayan metido ya el triple de mierda que tú).

· Hazte parte de la familia. Los ancianos y los hermanos pequeños serán tus mejores aliados en esta lucha suegricida. Para con abuelos, basta con prestarles un poco de atención; no están acostumbrados a ello y (a no ser que tengan la vista suficientemente bien como para verte a través de las dilataciones) te cogerán cariño enseguida. Con los niños más o menos lo mismo: como seguramente tendrán una horrible relación con sus hermanos mayores, apiádate de ellos cuando alguien los trate mal.

· Hazles creer que eres un chico sencillo y trabajador que, sin embargo, vale la pena. Los padres tienen una extraña afición por juntar a sus hijas con los hijos de sus amigos, y esto es algo que tendrás que saber capear, siempre y cuando tu novia no sea lo suficientemente zorra como para pirarse con un futuro cirujano. Háblales de en lo que has currado, de tus proyectos de futuro, de lo que te gustaría hacer con tu vida.

En resumen, sé perfecto pero a la vez sencillo. Intenta también que su padre crea que eres como él fue a tu edad. Y para mis lectores sin pene y con tetas, no tenéis que seguir ninguno de esos consejos: como mucho, la madre de vuestro novio pensará que sois unas pilindinguis sidosas. Para evitar esto, basta con decir "hola" antes de entrar a follar al cuarto. Claro que si tenéis a un hombre como yo, será inevitable.


Después de haberme jampao una bajona que me ha llevado a extremos tales como escribir adolescencias a la nada, pasear por mi encantador pueblo a altas horas de la noche, rezar y tantas otras cosas que degradan al ser humano, mi psicólogo el Dr. Abuse me ha recomendado escribir una lista de tres cosas que no me gusten de mi persona (y tres que sí, pero esa parte me la salto: pensado algo que apreciéis del buenazo de Òscar e imagináoslo aquí), lo que no ha dicho es si debería escribirlo en un notepad o en la puerta de un lavabo de la FNAC, así que aquí vengo:
· Soy vanidoso. Pero a saco. Este blog donde me río de lo gracioso que soy yo mismo es un claro ejemplo. También pueden serlo tenerme a mí mismo de fondo de pantalla, y en general creer que soy un humano por encima de la media. Esta confianza me aporta cosas buenas (de hecho, tener confianza en uno mismo es bueno, o algo) pero simultáneamente me da ganas de golpearme (sólo a veces) cuando hago comentarios sin pensar que hubieran estado mejor en mi ano. Tiendo a considerarme más listo, más carismático y más gordo que las personas que caminan por la calle, lo cual hace que de tanto en tanto (escribiendo esta entrada de mierda) me decepcione a mí mismo.
· Soy sentimentalmente repelente. Y esto engloba varias características: me cuelgo demasiado rápido de personas que apenas conozco (y que acaban decepcionándome a las pocas semanas y me dejan preguntándome qué he hecho), cuando estoy con alguien me convierto en una robolengua programada para lamer culos hasta ser tan empalagoso que la gente pierde las expectativas generadas sobre mi persona, soy un promiscuo de los te quieros, me embarco en relaciones sin sentido porque soy un adicto a ellas. En resumen, soy lo más parecido a Ted Mosby que hay sobre la faz de la Tierra, y lo odio porque me hace vulnerable y totalmente diferente a tal y como soy.
· En general, soy mediocre. No tengo un trabajo, no destaco en los estudios, la mayoría de mis amigos están away o haciendo cosas mejores que estar conmigo. Cambio de opinión demasiado fácilmente, lo cual denota una clara falta de personalidad. No siento apego por nada en el dónde y el cúando en el que estoy. Creo sinceramente que nos hace falta un Vietnam. Soy propenso a la depresión en algunos momentos, aunque siempre intente mantener el buen rollo con todas las personas que conozco (excepto a aquellas con las que soy cruel porque sí). Un largo etcétera.
Sólo he escrito esto en un vano intento de eximirme de lo horrible que soy como ser humano. Sin embargo, sigo pensando que soy la mejor persona que he conocido nunca. un saludete.



La selección natural, teoría de la que soy ferviente partidario, seguidor y fan en Facebook, dice entre otras cosas que hay un puñadísimo de especies que han desaparecido de la faz de la tierra debido a su inutilidad para adaptarse al medio. De la misma manera, otras tantas han florecido, que se oiga un Amén por su porvenir. Lo mismo puede aplicarse a los trastos que muchas veces han intentado colarnos como innovadores, prácticos o modernos (eso del color plateado del siglo XXI estaba muy de moda en los 90), pero que incluso pese a nuestra increíble facilidad para ser engañados por frustrados clerks de departamentos comerciales, dejaron de existir y fueron olvidados entre la más profunda de las vergüenzas. Éstos son sólo algunos de ellos:
· Las minicadenas con 3 platos de CD. Llega la noche de Reyes, son todavía las 4 de la mañana y tu pilila no aguanta ya más masturbación para perder el tiempo hasta abrir los regalos. Lees libros que te mandaron en el colegio hace 3 años (¡No sigues bajoca!, L'infern de marta y otros grandes títulos), das vueltas en la cama y por fin llega la ansiada hora en la que te diriges al salón, arramblas con papel y cartón para encontrarte no la Sega Saturn que pediste tan específicamente, sino un enorme cubo de plastiquete plateado que apenas puedes meter en tu habitación y en el que no podrás sino escuchar los discos que te preste tu padre (gran estrategia parental para parecer jóvenes escuchando Supertramp). Si bien dos de los tres platos nunca serán ocupados, la bandeja del plástico más debil del mundo se rompía pasados unos meses.
· Los intentos de hacer a los niños comer fiambre. Como ejemplos paradigmáticos que ya están en vuestra cabeza, hay dos: el chopped de Popeye (como esto pero con Popeye), que siempre me dio un poco de asco; teniendo en cuenta que está hecho de residuos cárnicos, agrupaban distintos tipos de partes del cerdo para hacernos comer la feliz cara de nuestro personaje favorito?. Sobre los lunchables, supongo que creyeron que el éxito de Lego podía impulsar una merienda que acababa siendo 3 o 4 galletitas y un cacho de queso al precio de 2 pastelitos Bony.
· El tipp-ex de cinta. Mientras que sus homólogos en pincel y en lápiz decoraron las mesas, paredes y uñas de toda una generación (y desgraciadamente, siguen haciéndolo), comprar corrector en cinta era un error que cometíamos una y otra vez. ¡Parecía tan moderno, práctico y limpio! Al ver ese bichito de plástico azul transparente lleno de engranajes detrás del mostrador de la papelería, nunca nos íbamos a imaginar el tener que pasarlo 2 o 3 veces para que funcionase, otras tantas para tapar palabras escritas en un tamaño superior al centímetro y muchas más tapando lo guarro que había quedado escribir por encima.
· Juguetes y otros tantos. Son todos los que estan y no estan todos los que son: Karate Fighters, donde movíamos frenéticamente y sin sentido ni estrategia algunos una palanca con forma de cabeza de dragón para que un tipito diera patadas originando ruidos terribles, los patinetes que NO IBAN CARA AL AIRE y que nos dejaron unos gemelos indurainescos, la película de las Spice Girls, los Fistros (bocabits rebautizados) con sus correspondientes chiquitazos, el PC Fútbol, el Camygol (aquél enorme polo de fresa esférico interminable), los Tamagotchis de Digimon, los tazos de metal, LAS MALDITAS CONSOLAS QUE DECIAN TENER 999999 JUEGOS PERO SOLO ESTABA EL TETRIS...
Me ha entrado nostalgia escribiendo este artículo, y es que aunque muchos de nosotros aprendimos lo que era el odio con estas mierdas, otros tantos inventos extinctos merecerían ser conservados, sobre todo teniendo en cuenta las cosas que triunfan hoy en día. Próximamente un repaso a las cosas que echo de menos de los noventa. Un abrazo, muchachos y hombretones que finjáis ser mujeres en internet.



Si hace casi un mes hablaba sobre lo mal que comemos, hoy me gustaría incidir en algo que, al contrario que comer, de por sí ya es maligno para nuestro pobre hígado, eso que todos nosotros, seres simpares y dispares, hicimos por primera vez cuando empezaba a salirnos bigote: meternos alcohol como garrafas de Varón Dandy.
No obstante, y como casi todo en esta vida, hay maneras y maneras: podéis beber con moderación, o podéis seguir leyendo esta entrada, donde resumo las mejores maneras que conozco para ponerse morado con una fracción de la paga semanal que vuestras abuelas os dan para que os compréis horchata. Siguiendo (o no) un orden descendente de dureza de los excrementos que encontraremos en nuestras tazas la mañana siguiente de la ingesta, encontramos:
· Cerveza. Nombres propios que intentan sonar a alemán nos cruzan la cabeza como los títulos de Star Wars: Adlerbrau (Consum) o Steinburg (Mercadona) harán delicias en los paladares de quienes no sepan que son más baratas que el agua mineral. Y no pretendas llevartelas a un sitio donde alguien vaya a verte beber, tu dignidad también está en juego: alguien que se gasta menos dinero en la bebida de una noche que en darle al mendigo del carmen que te insulta si no le dasTM sólo merece ser mirado a la cara a través de una mira telescópica. Cabe destacar que si vives en Alginet y no te apetece beber caliente, en la plaza de la virgen siempre habrá punkis o argentinos dispuestos a venderte.
· Cubatas low-cost. Asequible sólo si tienes amigos y vas a beber en grupo, o si no los tienes y eres tan triste que vas a salir varios días seguidos. La estrategia de nomenclatura de estas pócimas infumables copia la de las cervezas: Vodkas knebep o koranov, ron Almirante, ginebra Sheriton y un largo etcétera, combinados en la selectísima coctelera constituida por la botella de Cola del Mercadona (o en el vaso, removiendo con el dedo) con los más exóticos zumos y refrescos carbonatados nos aseguran un buen pelotazo y las típicas competiciones para ver quién hace los cubatas más cargados (toma, prueba este).
· Chupitos chungos. Mientras escribo esto, el redactor me dice que comprar una botella de Capitán Tiquela y cepillársela a tragos (cerrando los ojos como los de south park) no se puede considerar chupito. Sin embargo, y saltándome toda censura existente, diré que si os quedan pocas horas de vida o sois tan perroflautas (con que tengáis rastas vale) que no teméis a las consecuencias, podéis adquirir cualquier bebida chunga y barata en el Consum o Mercadona y hacer rondas de juegos tan socorridos como el yo nunca o el duro.
· Robar cubatas. La manera más indigna, peligrosa y sobre todo barata de beber. Rodéate de gente que esté bebiendo a saco o cuya atención esté baja y aprovecha los mejores momentos para meter la zarpa y alejarte como si nada. En algunos sitios también se puede buscar por el suelo del local la entrada canjeable por consumición, y canjearla. Si os encontráis en un botellón tocho (tarongers) y sois previsores, arramblaréis con botellas enteras antes de iros a casa. Sin embargo haciendo todo esto pareceréis unos yonkis de cuidao. Técnica poco recomendable.
· Sangría. Ave Sangría, sin pecado concebida. La manera preferida de Òscar de ponerse chuzo desde 2005 (aprox.). Barata, tan sabrosa que te emborrachas sin darte cuenta, y además ahora viene en botellas ergonómicas, por si queréis hacer deporte mientras bebéis. La resaca es mínima, es compartible y fácil de adquirir en muchos ultramarinos y un largo etcétera. Sin embargo vuestra barriga quizás se lamente, y hay quien opina que es intragable caliente (cosa que yo opino de la cerveza). Néctar para noches de concierto (don simosh) o de simple kebab en el ministerio. Con dos litros debería bastar para que un hombre joven de 75 kilos fuera más que contento (menos de 3 euros, si compras la de hacendado ya ni te digo).
No podía cerrar esta entrada sin mencionar algo que seguramente ya todos habréis probado en vuestros guateques cotidianos, y que fue inventado en un viñarock mezclando el alcohol de la noche y el zumo del desayuno: el CÓCTEL MARIPOSCAR, formado por 1 parte de vodka (knebep preferiblemente), 2 de zumo de frutas del bosque y media de red bull (se acepta bebida energética azul con letras de matrix). Para chuparse el paladar.


Estreno sección curros con quizá el más asqueroso que he tenido, uno de esas ocupaciones monopolizadas por ancianas sudamericanas, jóvenes africanas y yonquis en busca de algo con qué picarse: barriendo calles de poca monta. En julio del año pasado, el Imperio Corvan me reclutó por vez primera mientras Arturo y yo hacíamos una ruta por todas las ETTs de Valencia (anécdota: ese día nació el efecto mariposcar como concepto).
Una tía to buenorra y que podemos calificar de pornochacha aunque cuks dice que es una vieja nos dijo que hacía falta gente para trabajar en el circuito de la Fórmula 1, y que ni cortos ni perezosos nos daba un puesto para el día siguiente, pues les hacía falta gente. Arturo no podía porque no salía en la web de la Seguridad Social (ser tan etarra tiene sus consecuencias), pero yo tenía que ir a un taller por el puerto donde me dirían lo que tenía que hacer, que en un principio sería ayudante de limpieza. Yo me monté la película de que sería en un taller de la fórmula 1 haciendo el manta, pero al final resulta que cuando llegué el susodicho local era un almacén lleno de escobas y carritos de barrendero.
Y así empezó uno de los peores días de mi vida: estuve barriendo SOBRE LIMPIO durante 10 horas seguidas durante 2 días. Una calle de aproximadamente 800 metros fue recorrida por mi como mil veces, porque además no se nos permitía sentarnos. Ah, me olvidé de mencionar a mis compañeras de trabajo: una yonqui gitana que no hablaba apenas, a la cual le faltaban más de 60 dientes y una cincuentona colombiana que no paraba de cantar y hablar de sí misma en tercera persona. Con semejante all stars recorrí un parque que lindaba con el circuito de los cojones barriendo arriba y abajo con Iker Jiménez a mis oídos.
Durante el descanso del primer día fui a un bar que hace esquina con la calle Francisco Baldomà donde se me sirvió un delicioso bocata de mayonesa revuelta que me dejó las tripas estrujadas hasta hace poco, y donde una panda de 4 borrachos sobaban y le tiraban los trastos a la hija del dueño del bar a eso de las 12 de la mañana, pobrecica.
Cuando acabaron esos dos días había acabado entender ya no el concepto de precariedad laboral, sino también el de precariedad social. Eso sí, cobré como un cabrón.
ps: he perdido las fotos de aquella época, pero la que he puesto lo retrata a la perfección



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