El efecto mariposcar

Hoy, al ver que la expectativa de mi día era, como tantos otros lunes, tocarme la huevera sin piedad, he decidido ir a casa de la Señora Mariposcar (también conocida como marta cuka o miles de pseudónimos progresivamente más feos) a que me diera abracitos y a beberme su cocacola.

Al llegar a su casa me la he encontrado enfrascada en un montón de folios, y visto que tras diez minutos de estar tirado en su cama no me hacía ni puto caso, me he ido al mercadona a comprarme algo para merendar. Quiero apuntar que he estado allí un buen rato porque no sabía si comprar caca de pájaro asiático (de cuya exquisitez hablaré más adelante) o Pringles (que no dan cáncer, según el experto nutricionista Alexander Severianov), aunque al final me he acabado decantando por unas galletas de canela Hacendado™ de lo más normalitas.

Ha sido volviendo a casa de cuks cuando le he visto mirándome, impasible, con un ojo hacia el vacío.



Una de las cosas de las que se vanagloriaba la Santa Madre Iglesia durante la Edad Oscura era de dotar a sus fieles de ingentes cantidades de bondad e inocencia. Lo que no tienen en cuenta, por supuesto, es que su Dios no da una verdadera opción. No pueden decirte "Dios deja que elijas entre A o B, claro que si eliges A tienes una eternidad junto a él en su reino celestial y si eliges B te quemarán vivo y te rebozarán de mierda en el infierno". La bondad cristiana no es fruto del verdadero amor al prójimo, sino del miedo al Creador, de la represión de los verdaderos deseos y pensamientos egoístas sanos.

En las sectas católicas más cerradas todavía se reprimen estos pensamientos fácilmente, primero por miedo, luego por un condicionamiento Pavloviano de tres al cuarto:

a) Tengo malos pensamientos -> Dios debe saberlo -> Me siento mal porque Dios me castigará.
b) Me siento mal si tengo malos pensamientos, porque seré castigado -> No tengo malos pensamientos.

¿A qué viene toda esta mierda? Seamos realistas. Dios debería ser un juez superior igual de obvio para los creyentes y para los escépticos, y sabéis qué es lo único que existe hoy en día que nos vigila cuando caminamos por la calle, cuando nos lo pasamos bien con nuestros amigos en cines, bares, tiendas, se asegura de que seremos juzgados acorde a lo que hagamos, y cuya existencia es innegable? Ésto.

Hoy en día, la cámara de seguridad se ha convertido en la herramienta de control moral por antonomasia, lo que fue Dios antaño. Ahora, antes de robar o rascarnos el culo en público, miramos si estamos siendo vigilados por el gran JVC. El timo de Yahvé ya no convence a nadie, así que nos han cambiado el miedo supremo al creador por el miedo a un cacho de plástico taiwanés, al Señor en su trono por un vigilante de seguridad obeso en una habitación con cientos de pantallas a las que difícilmente presta atención. Miedo, miedo.