Estreno sección curros con quizá el más asqueroso que he tenido, uno de esas ocupaciones monopolizadas por ancianas sudamericanas, jóvenes africanas y yonquis en busca de algo con qué picarse: barriendo calles de poca monta. En julio del año pasado, el Imperio Corvan me reclutó por vez primera mientras Arturo y yo hacíamos una ruta por todas las ETTs de Valencia (anécdota: ese día nació el efecto mariposcar como concepto).
Una tía to buenorra y que podemos calificar de pornochacha aunque cuks dice que es una vieja nos dijo que hacía falta gente para trabajar en el circuito de la Fórmula 1, y que ni cortos ni perezosos nos daba un puesto para el día siguiente, pues les hacía falta gente. Arturo no podía porque no salía en la web de la Seguridad Social (ser tan etarra tiene sus consecuencias), pero yo tenía que ir a un taller por el puerto donde me dirían lo que tenía que hacer, que en un principio sería ayudante de limpieza. Yo me monté la película de que sería en un taller de la fórmula 1 haciendo el manta, pero al final resulta que cuando llegué el susodicho local era un almacén lleno de escobas y carritos de barrendero.
Y así empezó uno de los peores días de mi vida: estuve barriendo SOBRE LIMPIO durante 10 horas seguidas durante 2 días. Una calle de aproximadamente 800 metros fue recorrida por mi como mil veces, porque además no se nos permitía sentarnos. Ah, me olvidé de mencionar a mis compañeras de trabajo: una yonqui gitana que no hablaba apenas, a la cual le faltaban más de 60 dientes y una cincuentona colombiana que no paraba de cantar y hablar de sí misma en tercera persona. Con semejante all stars recorrí un parque que lindaba con el circuito de los cojones barriendo arriba y abajo con Iker Jiménez a mis oídos.
Durante el descanso del primer día fui a un bar que hace esquina con la calle Francisco Baldomà donde se me sirvió un delicioso bocata de mayonesa revuelta que me dejó las tripas estrujadas hasta hace poco, y donde una panda de 4 borrachos sobaban y le tiraban los trastos a la hija del dueño del bar a eso de las 12 de la mañana, pobrecica.
Cuando acabaron esos dos días había acabado entender ya no el concepto de precariedad laboral, sino también el de precariedad social. Eso sí, cobré como un cabrón.
ps: he perdido las fotos de aquella época, pero la que he puesto lo retrata a la perfección

3 Comments:

  1. Martha Andani said...
    ese tiene toda la pinta de barrer poco
  2. Roberto Belenguer López said...
    es una de tus anegdotas q mas me gustan junto con la de las ciruelas xD

    cuanto cobraste? xD
  3. Òscar said...
    creo que 150-160 euros por 2 dias

Publicar un comentario





Copyright dos mil trece, tu madre sobre mí se mece | El template lo hicieron unos tal GeckoandFly y luego lo trastocaron los de Blogcrowds.
Como te copies algo agárrate los machos, campeón. y lo diré en inglés: no part of the content or the blog may be reproduced without prior written permission.